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La preocupación se reflejaba en el rostro del Dr. Márquez. Lo sucedido en su casa, ciertamente no lo entendía, Lo visto y escuchado recientemente no encajaba en su mundo. Mientras ponía la llave para abrir la puerta del auto, se llevó la mano libre al estómago. Hacía denodados esfuerzos por concentrarse en lo que estaba haciendo (destrabar el volante, poner en marcha el vehículo…) y en la línea argumental que tenía que desarrollar en la conferencia que iba a dar en pocos minutos más; por momentos lo lograba y en otros reaparecían las imágenes de su hijo y de su esposa.
Que a él se le escaparan noticias de la vida cotidiana, que no advirtiera el retraimiento al que había llegado David… ¡vaya y pase!, pero que a la propia madre… ¡eso sí que era imperdonable!
Se decía a sí mismo que no debió confiar que Cristina lo haría bien. Tal vez, hubiera sido mejor llevar a su único hijo varón a las giras extensas.
Con razón sentía que últimamente podía trabajar mejor. ¡Claro!, no era sólo que Merceditas había dejado el nido (demasiado temprano para su gusto), también faltaba el bullicio que generaba su hijo con sus amigos. ¡Eso!, sus amigos… ¿qué se habrán hecho?
Acompañando el recuerdo un gesto de repugnancia apareció en el rostro. ¿Para esto formó una familia? Bueno, aunque mi hermana algo…hubo algo…sí…con medias palabras…Recién ahora, después de tantos años me vengo a acordar. Yo no la quise escuchar porque me dije que eran sus incorregibles celos y su manía de controlar a todo el mundo…Si estuviera su padre, sabría qué hacer en este caso. ¡Su padre!, siempre supo qué era lo mejor, lo más conveniente.
Sentía la boca seca, como si todo el viaje hubiera hablado y hablado el equivalente a cinco conferencias. De qué le servía ahora, de qué le servía a David que su padre fuera hombre de consulta de prominentes figuras en todo el mundo. ¿Por qué se casó Cristina con él si su valoración de la vida era tan distinta…Preguntas, preguntas,…sólo preguntas.
De pronto se vio a sí mismo diciéndole al director del Instituto Superior de Técnicas Modernas que no daría la conferencia, que su fatiga le impedía afrontar el compromiso. Ni enseñarle el salón auditorio desbordado en su capacidad, lo convenció. Tenía muchas cosas en que pensar, decisiones que tomar…y ese agudo dolor en el medio del pecho que se había instalado…
